Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Alejandro Repullés Benito que falleció a los 90 años de edad, 73 años de Compañía, 59 de sacerdocio y 56 de Últimos Votos. Que descanse en paz.

Alejandro Repullés, nuestro querido Tato, nació el 17 de febrero de 1930 en Madrid. Pertenecía a una familia numerosa que dio varias vocaciones religiosas a la Iglesia y a la Compañía, entre ellas también su hermano menor Javier, quien ingresó a la Compañía y se encuentra actualmente en Madrid.

Cuando le preguntaban su nombre le gustaba mencionar los nombres que constan en su partida de bautizo: Alejandro, José, María del Carmen, Jesús, Julián, Bibiana de la Santísima Trinidad y añadía que mejor era Tato, a secas.

En octubre de 1947, con 17 años de edad, ingresó al Noviciado de la Provincia de Toledo en Aranjuez (Madrid). De 1949 a 1952 hizo el Juniorado en la misma casa y estudió la Filosofía en Chamartín (Madrid) hasta 1955. Llegó al Perú ese mismo año para realizar la etapa de Magisterio en el Colegio de la Inmaculada como profesor y tutor hasta 1958. Estudió la Teología en Granada de 1958 a 1962. Fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1961 en Madrid. Hizo la Tercera Probación en San Jerónimo (Murcia) y emitió los Últimos Votos en el Cusco el 15 de agosto de 1964.

Su trayectoria apostólica se caracterizó por su disponibilidad y una marcada vocación misionera que le llevó a pasar muchos años de su vida como jesuita en misiones en zonas urbanas y rurales.

Terminada la Teología volvió al Perú para trabajar en diversos lugares del país. Los destinos de Tato podríamos dividirlos en tres bloques.

El primero lo constituye dos estancias prolongadas en la Arquidiócesis del Cusco, de 1969 a 1978 y de 1996 a 2017. En su primera estancia estuvo en las parroquias rurales de Santiago Apóstol de Urcos y en Chincheros , y como director del Centro Agropecuario de Yucay. La segunda se desarrolló enteramente en la ciudad del Cusco. En esos años desplegó una asombrosa gama de ministerios: colaboración continua en la Parroquia del Sagrario, pastoral juvenil, capellán universitario y docente, acompañante espiritual y, en los últimos años, director de la Escuela de Catequistas rurales que hoy lleva el nombre de su gran compañero y amigo, Manuel Montero.

Un segundo bloque fue en la diócesis de Chachapoyas, de 1978 a 1984, donde se desempeñó como Vicario Pastoral de la Diócesis, párroco de las Parroquias de Pedro Ruíz y Luya, y director del Preseminario.

El tercer bloque corresponde a dos destinos en época de violencia, de 1989 a 1995, en Jarpa (Junín) y en Chimbote (Áncash), que vivió con increíble aplomo a pesar del riesgo que entrañaban. En esos años, junto con los otros jesuitas y religiosos, dieron un profundo testimonio de fe, entrega y fidelidad al mantener la presencia de la Iglesia en situaciones de mucho conflicto y amenazas.

Además de estos tres bloques de destinos más prolongados también estuvo durante temporadas más breves en otros lugares: en 1963, trabajó en el Seminario Arquidiocesano del Cusco. En 1965, estuvo en Abancay. En 1966, en el Colegio de la Inmaculada. En 1967, en Huancayo. En 1968, en Juliaca. Entre los años 2007 y 2009, en la parroquia San José de Camagüey, en Cuba.

La trayectoria apostólica de Tato estuvo acompañada de su capacidad de brindar amistad, cercanía y confianza. Otra de sus habilidades era hacer “números de magia”, habilidad que la utilizaba con mucho provecho para sus trabajos pastorales. Tato es el amigo de muchos, lleno de dones y sensibilidad, sencillo y de trato exquisito con las personas. Gran pastor, poeta, artista, sus juegos de magia y ocurrencias nos hacían disfrutar a todos. Era una persona que, por donde pasaba, hacía el mundo más agradable para los demás con esa paz y serenidad que lo caracterizaban. Tato, el amigo entrañable que con su pipa, anécdotas y números de magia serenaba nuestros corazones.

En el año 2017, tras haber sufrido problemas respiratorios, es destinado a la Enfermería de la Provincia en Lima. Desde entonces, progresivas limitaciones físicas fueron deteriorando su salud hasta que falleció serenamente, mientras dormía, al amanecer del 27 de septiembre del 2020, festividad de la aprobación de la Compañía de Jesús.

Demos gracias a Dios por su vida de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María, Nuestra Madre.

Misas de Exequias:

Se transmitió virtualmente desde la Parroquia Nuestra Señora de Fátima por el Facebook de la Provincia, el 28 de septiembre de 2020, a las 12.00H. Y también en el Templo de la Compañía de Jesús en el Cusco, a las 16.00H, presidida por el Arzobispo Monseñor Richard Alarcón Urrutia.