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Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Antonio Briones García de Mateos a los 92 años de edad, 62 años en la Compañía, y 67 de su Ordenación Sacerdotal.

Que descanse en paz.

El P. Antonio Briones nació en La Solana (Ciudad Real) el 5 de mayo de 1923. Ingresa en el seminario de Ciudad Real y se ordena en esa misma ciudad con 25 años. Como joven sacerdote, trabajó en tres parroquias rurales de la diócesis en los pueblos de Ruidera, Miguelturra y Albadalejo. Había conocido a la Compañía de Jesús en Granada durante sus estudios de teología y, movido por el deseo de ser misionero, ingresa en 1952 en el noviciado de la Provincia de Toledo en Aranjuez. Llega al Perú para concluir su noviciado y los estudios de humanidades en la casa de formación san Estanislao en Miraflores. Hace su magisterio en el colegio san José de Arequipa y en 1957 llega al Vicariato San Francisco Javier.

Sus años de vida activa en la misión se dividen en dos grandes bloques, de 1957 a 1975 estuvo en el Vicariato y desde 1975 hasta 2004 en Lima en diversas residencias. En su primera etapa el término que mejor describe su labor es el de párroco itinerante. Incasablemente recorrió los pueblos y caseríos de la cuenca del Marañón y la ceja de selva para celebrar los sacramentos y dar catequesis siempre compartiendo las condiciones de vida de los pobladores.

En su segunda etapa, en Lima, vivió en tres comunidades: Villa Kostka (Huachipa), San Pedro y Nuestra Señora Fátima. En esta ocasión, operario es la palabra más adecuada para definir su misión en esos años. Dedicado a tiempo completo a la pastoral, con enorme generosidad despliega una gran variedad de ministerios pastorales que, a menudo, van destinados a los más necesitados, frecuenta cárceles y hospitales para llevar a estos lugares el consuelo espiritual.

Finalmente, en el 2004, cuando siente mermadas sus fuerzas se retira a la enfermería provincial para cuidar su salud.

De la vida como jesuita del P. Antonio Briones debemos destacar su infatigable celo pastoral y su deseo inquebrantable y pertinaz de evangelizar. Quiso llevar la Palabra de Dios y el consuelo de los sacramentos especialmente a los más pobres tanto en las zonas rurales del norte como en la ciudad de Lima. El entusiasmo misionero que brotó en su tierra natal siempre se mantuvo encendido en Perú. Siempre tuvo una enorme confianza en Dios y en su Providencia y apoyado en esa Roca se lanzó a sus iniciaitvas pastorales como párroco itinerante y operario de la Viña del Señor.

Falleció inesperadamente en la tarde del 30 de junio de un paro cardio-respiratorio, mientras cenaba en el comedor de la Enfermería de Fátima.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.