La noche del domingo 10 falleció nuestro compañero José Luis Fernández-Castañeda Alvarez-Osorio SJ, luego de un infarto cardiaco. José Luis hasta ahora era Párroco de San Pedro de Lima y administrador de nuestra Provincia. Algunas palabras sobre la vida de “Cañas”, como cariñosamente le llamábamos:
“José Luis había hecho de su encuentro con el Señor una vida dedicada. Pertenece a ese grupo de personas que unen perfectamente la voluntad de Dios y el bien de los otros. Por eso lo hacen a cada rato y en ello estaba él ayer en la mañana. Ha muerto en medio de la misión, sin restringir el tiempo, sin escatimar esfuerzos, tal vez más allá de lo aconsejado, pero el hecho es que ha sido uno de aquellos cuya muerte nos deja ver que era una vida entregada.
Era hombre de consejo, de criterios firmes y serenos, de larga experiencia, franco y sincero, con sentido del humor y profunda bondad, de amistades eternas. Fue Superior del P. Arrupe, Consejero del P. Kolvenbach, compañero de Colegio y de Noviciado del P. Adolfo Nicolás, nuestro nuevo P. General, y muy amigo de cantidad de gente. No deberíamos dejar caer en el olvido las cualidades que nos dedicó. Puso en juego todo cuanto tenía e iba creando tal confianza a su alrededor que siempre le buscamos para asumir tareas de especial atención a los demás: Superior de Huancayo (primer destino como sacerdote), Rector de Teólogos, Provincial, Presidente de la CRP, Asistente, Superior de la Curia General, Rector de La Inmaculada, Superior de San Pedro, Párroco, Administrador de la Provincia.
Pero una historia como la suya no se explica por los cargos cumplidos, sino por una espiritualidad aplicada, puesta al día, vivida con constancia, servicial y atenta a lo que se pudiera esperar de él: sabía de talentos recibidos, de casas sobre roca, de tesoro encontrado. Ahora pertenece a ese Reino para siempre, sin medida alguna, con la misma generosidad con que él ha servido y con la que el Señor le ha acogido por haber sido el administrador fiel y prudente a quien puso al frente de su casa.
Y como Dios es tan bueno, tan atento a todo el que llega a su casa, seguramente se ha vuelto a fijar en las cualidades del Cañas y le ha vuelto a nombrar administrador de su gracia, para que la reparta, para que nos la siga dando, aunque sea en préstamo y aunque esta vez no la devolvamos. Que descanse en Él este gran jesuita, que de poner tanto corazón en la misión se le terminó rompiendo.”
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