Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Miguel Cuevas Gómez que falleció a los 67 años de edad, 43 años de su ingreso a la Compañía, 38 años de su Ordenación Sacerdotal, y 25 años de sus Últimos Votos.
Que descanse en paz.
El P. Miguel Cuevas nació el 27 de marzo de 1948 en Viveda (Cantabria). Con 18 años ingresó en el seminario de la diócesis de Santander ubicado en el pueblo de Comillas donde estudió la Filosofía. Llegó al Perú en 1969 para cumplir la etapa pastoral propia de la formación de los seminaristas y se incorporó como profesor y formador al Seminario San Luis Gonzaga de Jaén. Ese tiempo de convivencia con la comunidad jesuita fue fundamental para su decisión de ingresar a la Compañía de Jesús en 1972. Su amigo Fausto Pardo siguió sus mismos pasos, pero un año después.
Acabado el noviciado pasó directamente al estudio de la Teología en primer lugar en Lima y, posteriormente, en la Universidad Iberoamericana de México DF donde se licencia en 1979. Fue ordenado por Monseñor Antonio Hornedo en Santander el 10 de diciembre de 1977. Completó su formación teológica en la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma, de 1979 a 1984, donde estudió la licencia en moral y realizó curso para doctorado de moral.
El apostolado al que entregó toda su vida en la Compañía fue la docencia de Teología y la formación de personas en dos destinos: el Seminario San Luis Gonzaga y en la Universidad del Pacífico en Lima (1999-2008).
Sin duda fue el Seminario el destino que más le marcó y donde estuvo 22 años, en dos ocasiones. Fue siempre profesor, formador y acompañante espiritual de los seminaristas. En su segunda estancia en Jaén, de 2009 a 2014, fue nombrado rector del Seminario y superior de la comunidad jesuita San Francisco Javier. En todos estos años además de los trabajos propios del Seminario, siempre tuvo una notable acción pastoral en los caseríos. Miguel ha formado a generaciones de seminaristas que hoy son sacerdotes en diversas diócesis del Perú y que le recuerdan con gran cariño.
En sus años en la Universidad del Pacífico fue asesor religioso y profesor ordinario en teología y moral profesional, siendo también miembro de la Asamblea Universitaria. En su rol de asesoría, acompañó espiritualmente a muchos alumnos y profesores.
En 2015, aprovechando el cambio de destino, pasó unos meses en España, primero en un curso de actualización en Salamanca y después visitando a su familia. Se incorporó a la nueva comunidad y destino en el Colegio de la Inmaculada en el mes julio. Era la primera vez que trabajaba en colegios y asumió con mucha alegría y entusiasmo la responsabilidad de ser espiritual en primaria. En los meses que estuvo, su labor fue muy valorada por los niños y profesores.
Todos les conocíamos como Miguelón, nombre que hacía alusión a su talla física, pero sobre todo calificaba la enormidad de su corazón y su bondad. Destacaba por su buen humor, atinado criterio y sencillez. Su corazón sacerdotal, de Buen Pastor, marcaba profundamente su vida y todas las tareas que emprendió como jesuita.
Al sentirse mal, el 30 de octubre fue llevado a la enfermería. Posteriormente, en la Clínica Tezza, se le diagnosticó una tumoración extendida en el cerebro ante la cual ya no había remedio médico. El 11 de noviembre regresó a la enfermería donde esperó con serenidad la muerte que acaeció ayer en la noche.
Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.
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