El cuatro de febrero de 1993, falleció en Madrid el P. Angel González-Alorda Ayala SJ. Enterado de la gravedad de su enfermedad, quería venir a pasar sus últimos días en Lima, pero era ya imposible.
El P. González-Alorda escribió varios libros sobre counseling y algunos de poesía. Después de su estudios de Maestría en Northwestern University de Illinois, trabajó en medios de comunicación, especialmente en el CETUC (Centro de Tele educación de la Universidad Católica), institución pionera en la que también trabajó el P. José Luis Rouillón SJ, y que sería la base de la actual Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Universidad Católica.
El Padre Ángel fue mi profesor en la Escuela de Evangelización. Era directo, concreto, profundo y lo hacía sin indecisiones. Reservado en su vida personal y gran observador, al punto que adivinaba a veces lo que pensábamos por eso se adelantaba en dar respuesta.
Tuve la suerte de hacer con él algunas grabaciones siempre a nivel catequético. Era un sacerdote que sabía a quién se había consagrado.
Sus poemas reflejan la hondura y profundidad de sus sentimientos y opciones por Cristo. Tuvo un corazón grande para amar. Siempre lo valoré como uno de mis mejores profesores.
Siempre debe estar a la vista algo de él y más aún sus poemas. Es imposible leerlas y no sentir una gran pasión por Cristo. Más allá de uno mismo.
No se a dónde va esta mi opinión pero me dio gusto verlo vigente en el internet.
Que Dios se glorifique en él.
Carmen Cuba Marmanillo.
El P. Angel marcó mi vida espiritual fue mi Maestro en la EScuela de Catequesis en el ISPEC. soy de la primera promoción de ” Profesores de Religión”.Lleve todos los cursos que daba desde Oratoria hasta los MCS. Al terminar casi la carrera hicimos ejercicios espirituales con el. Siempre serio muy organizado en sus clases, directo . Su actitud era especial no te daba confianza. Pero así con todo le pedí que me acompañara para un discernimiento de mi vida. Y el P. Angel era un Angel cuando te escuchaba, su mirada te hablaba y te demostraba la ternura de Dios. El muy bien me ayudó a discernir mi camino cuando y por donde se metía el mal espíritu. Tuve la dicha de seguir después con el los cursos de acompañamiento espiritudal y metodología de los ejercicio ignacianos. Fui priviligiada de tener esos momentos profundos de oración. LLORE mucho su partida y de esa forma.No encontrado otro sacerdote que me ayude a crecer en Gracia como el. Lo quiero mucho, lo admiro mucho, le extraño mucho.