El P. Raimundo Villagrasa nació el 30 de julio de 1928 en Madrid. Estudió en el Colegio de los Hermanos Maristas y, posteriormente, contabilidad en la Escuela Central Superior de Comercio. Acabados los estudios, inició una breve, pero exitosa carrera profesional como técnico en el Instituto Nacional de Estadística y como inspector en la Delegación del Ministerio de Hacienda en Oviedo. A los pocos días de ganar la oposición y recibir una plaza fija como inspector de Hacienda, dejó una carrera prometedora para ingresar en el noviciado de Aranjuez en 1951. Había conocido a la Compañía en el movimiento “Hogar del Empleado” liderado entonces por el P. Tomás Morales.

Llegó al Perú para hacer el segundo año de Noviciado en Miraflores donde continuó la etapa del Juniorado de 1953 a 1956. Regresa a España para realizar los estudios de Filosofía en Madrid (1956-1959) y, sin pasar por la etapa del magisterio, estudia la Teología en la facultad de Lovaina (Bélgica). En la misma facultad, estudia un MBA en administración de 1963-1964. Fue ordenado sacerdote en 1962 en Bruselas y completó su formación con la Tercera Probación en Murcia (España) en 1965

Una vez culminada su formación, el destino principal de su vida apostólica fue la Universidad del Pacífico donde comenzó como docente en 1965 y permaneció hasta el año 2005. Durante estos años, siempre fue profesor y, al mismo tiempo, asumió distintos cargos de gobierno dentro de los que destacan el de Decano de la Facultad de Economía y Finanzas (1966-1969), Vicerrector (1984-1989) y Rector (1989-1994). En la fecha de su jubilación se desempeñaba como profesor-investigador del Centro de Investigación. Por su dedicación, su capacidad de trabajo y su buen juicio y atinados criterios, su colaboración fue muy importante para consolidar la Universidad que apenas comenzaba cuando él se incorporó.

Además de su trabajo en la Universidad, también tuvo cargos de responsabilidad en la Provincia Jesuita del Perú en la que fue Ecónomo de 1971 a 1995 y participó también en la comisión económica hasta el año pasado.

Después de su jubilación, en 2006, fue destinado a la comunidad San Pedro Fabro de Chiclayo donde pudo dedicar gran parte de su tiempo a la pastoral, dando ejercicios, atendiendo a los diversos movimientos apostólicos y mediante la celebración de los sacramentos. Fue también director de la Casa de Ejercicios Santa María. Fueron para él años entrañables y se sintió muy contento y querido en este destino después de una vida dedicada al mundo académico

Por su delicado estado de salud fue destinado a la Enfermería Nuestra Señora de Fátima en el mes de junio de este año donde fue lentamente decayendo hasta que en la madrugada del día 10 se produjo su fallecimiento.

Raimundo era un hombre de grandes virtudes y valores que se evidenciaban rápidamente al tratar con él, hombre ecuánime y de gran amabilidad, conciliador, discreto y generoso. La convivencia con él siempre era grata, sacerdote de consejo atinado y que en todo momento transmitía la presencia del Dios que daba sentido a su vida.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.