El P. José Luis Idígoras Goya SJ falleció de forma totalmente inesperada (un infarto fulminante) en Madrid el 2 de marzo de 1992, cuando ya le faltaban pocos días para regresar a Lima, después de un corto tiempo allá. Gran jesuita, gran amigo, gran formador.

José Luis fue Rector del Seminario San Antonio Abad del Cusco, donde los jesuitas estudiaban teología en esos años, también Superior de la Comunidad Jesuita, y luego Rector del Seminario San Luis Gonzaga de Jaén. Fue siempre profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (Santo Toribio), en la Universidad Católica por los años 60, y posteriormente algunos años también en el ISET.

“Es sin duda uno de los más sobresalientes teólogos que he conocido y, con Gustavo Gutiérrez, el mejor teólogo en el Perú. Ha sido uno de los jesuitas que más he admirado y que más me ha servido como referente”, escribe el P. Alberto Simons SJ. Sus artículos y pensamiento eran a la vez lúcidos, profundos y sencillos. “Pero esto no es, a mi parecer, lo mejor en él sino su calidad humana y su exquisita aunque disimulada caridad, lo cual la hacía mejor”, concluye.

Era conocida su sensibilidad para descubrir las personas que sufrían y su forma delicada de acercarse. Estupendo polemista, le encantaba cuestionar a quienes se sentían seguros en sus posiciones, uniendo su brillantez en la argumentación con el humor.

Conocíamos su sencilla austeridad que lo llevaba a no tener en su cuarto ningún libro, excepto la Biblia, ir a dar clase con un papel minúsculo, y viajar a cualquier punto (a unos Ejercicios en Chaclacayo o a España) con un minúsculo maletín donde llevaba toda la ropa que tenía.

¡Cuánta falta nos ha hecho su presencia!