El P. José Francisco Navarro nació en Huancayo el 12 de septiembre 1959 y llegó con toda su familia a Lima cuando tenía solo dos años de edad. Su interés por el arte surgió en su vida desde muy joven y se manifestó en la elección de sus estudios en la Escuela de Bellas Artes donde estuvo de 1977 a 1982 y egresó con la especialidad en pintura y dibujo. Estos estudios fueron simultáneos con los de Lingüística y Bibliotecología en la Universidad Mayor Nacional de San Marcos de 1978 al 1984. También en esos años trabajó en Banco Continental como documentalista y como bibliotecario en la OIT de 1981 a 1984. Conoce a la Compañía de Jesús en la Parroquia de San Pedro en una tanda de Ejercicios Espirituales dirigidos por el P. Julián Sayós. Después de esta experiencia, se integra a los grupos de pastoral universitaria liderados por el P. Miguel Marina donde madura su vocación y decide ingresar a la Compañía en 1984.

Hizo su Noviciado y Juniorado en Lima. Posteriormente estudió dos años de Filosofía en Santiago de Chile. Cumplió su etapa del Magisterio en 1990 como profesor de Literatura y Religión en el Colegio Cristo Rey de Tacna. Finalmente estudia la Teología en Belo Horizonte de 1991 a 1994 siendo ordenado sacerdote en 1994 en Lima por el Cardenal Augusto Vargas Alzamora. De 1995 al 2000 estudiará en la Universidad Iberoamericana de México DF, primero una Maestría de Literatura y, después, hará un Doctorado en Letras Modernas centrado en las figuras de José María Arguedas, Juan Rulfo y Guimaraes Rosa y su capacidad para entender y recrear en la literatura el alma de sus respectivos países, Perú, México y Brasil. Completó su formación en 2003 cuando finalizó la Tercera Probación en Salamanca en la que tuvo como instructor al P. José Antonio García. Pronunció los últimos votos en Lima en 2004.

Sus destinos apostólicos estuvieron centrados en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y en una búsqueda personal en el mundo del arte que le permitió pintar, exponer y transmitir su elaboración en las conexiones entre Arte y Espiritualidad, Belleza y Verdad. Respecto a lo primero, de 2000 a 2009 fue el director del programa de humanidades de la UARM. Trabajó con la convicción profunda de que las humanidades son un elemento fundamental en la formación de las personas y particularmente en la formación de los jóvenes jesuitas.   Además de director de humanidades, en esos años fue profesor Fe y cultura, Religión, Arte y literatura. De 2010 hasta su fallecimiento continuó como docente en Literatura Universal e historia del arte.

Complementó su trabajo en el mundo universitario, con el desempeño de responsabilidades al interior de la Compañía. Fue formador en el Filosofado y Juniorado y, de 2004 a 2007, superior de la comunidad “Nuestra Señora de los Desamparados” en Breña, donde desarrolló también su trabajo pastoral.

Respecto al mundo del arte, se focalizó después del 2010 cuando dedica un tiempo más prolongado para pintar. Esto le permite presentar sus primeras exposiciones, en primer lugar, en la Municipalidad de Lima y, posteriormente, en la Ibero de México, en la Galería Pedro Osma y en la Sala Bernardo Bitti de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima. La exposición más lograda fue la que denominó “Apocalipsis 21” que explora las vinculaciones entre pintura, literatura y el mundo de los pobres centrándose en los tres autores que trabajó en su doctorado. Fruto de este proceso concibe el curso “Por el camino de la belleza” que es una pedagogía de sus búsquedas y convocó y ayudó a muchas personas a hacer la síntesis entre y arte y espiritualidad.

Su biografía testimonia una sensibilidad muy especial para la dimensión artística que definió su vida y su aporte a la Compañía y a la Iglesia. Fue este un aporte original y reflexionado, adaptado a los tiempos y, al mismo tiempo, en la tradición de cultivo de las humanidades en la Compañía. Hizo una honda síntesis personal y fue capaz de orientar a otros desde sus búsquedas personales. Estos dones le daban una gran capacidad de empatía y una sensibilidad especial con niños, jóvenes y personas vulnerables. Fue un gran conocedor de los ejercicios espirituales y buen acompañante espiritual.

Su fallecimiento sucedió de forma totalmente inesperada. El sábado 21 fue internado en la Clínica Tezza por una bajada de tensión y falleció en la madrugada del día 23 por un sorpresivo fallo sistémico de varios órganos que le produjo una leucemia aguda y shock séptico.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.