Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Alfredo Castañeda Pro SJ, que ha fallecido el 3 de abril de 2015, día de Viernes Santo, en Lima, Perú, a los 88 años de edad, 71 años de Compañía y 59 de sacerdocio.

El P. Alfredo Castañeda nació en Lima el 26 de octubre de 1927 y, a la edad de 17 años, en marzo de 1944, ingresó en el Noviciado de Miraflores. En esa misma casa hizo su Juniorado, para posteriormente estudiar la Filosofía, de 1948 a 1951, en Chamartín (Madrid).

Realizó el magisterio en dos misiones distintas, un primer año en la casa de formación de Miraflores para enseñar latín, griego e historia del Perú y dos años en el colegio de La Inmaculada (1951-1954) como profesor de matemáticas.

De nuevo viajó a España para estudiar la Teología en Granada (1954-1958) y ordenarse de sacerdote en Madrid en 1957. Acabó su formación haciendo la tercera probación en Santiago Fiangustengo (México) dirigida por el P. Enrique del Valle en 1959.

Respecto a su formación académica, además de los estudios en Filosofía y Teología era licenciado en educación por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, título obtenido en 1976.

Su primer destino apostólico fue Arequipa donde estuvo entre 1960 y 1965 entregado a una misión pastoral desde la Residencia Sagrado Corazón que incluía pastoral juvenil, servicio ministerial en el templo de la Compañía, y ejercicios espirituales en la Casa Manresa. También ejerció la docencia como profesor de Teología en la Universidad Católica.

En 1966 regresa al colegio de La Inmaculada, el que será el destino más largo y que más marcó su vida como jesuita pues ha pertenecido a esta comunidad hasta el presente año. En todo este tiempo fue rector de 1975 a 1981. Sin embargo, la mayoría de sus años de servicio en el colegio fueron las de un operario cuya principal ocupación fue la de espiritual y asesor de ex alumnos.

Su pasión y dedicación sin reservas a su misión en el colegio es bien conocida. Todos admirábamos su extraordinaria memoria, su capacidad de recordar a los integrantes de cada promoción y a cada alumno que había atendido. Esta prodigiosa memoria era la memoria amorosa del pastor que conoce a su gente por el nombre, sabe lo que necesitan, los cuida y acompaña como sacerdote en las diversas circunstancias de sus vidas.

Aunque fue hombre plenamente dedicado a los colegios, siempre tuvo un interés grande por todos los apostolados de la Compañía y siguió cultivando su interés por la historia especialmente por la historia de la Compañía. Era un hombre afable, de un trato cortés y delicado, interesado siempre en la situación de los demás.

Desde el inicio del presente año el cuidado de salud recomendó el traslado a la enfermería de Fátima donde había recibido su carta de destino en la cual se le invitaba a orar por la Compañía y la Iglesia, misión que realizó con devoción hasta el día de Viernes Santo.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.