Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Monseñor Santiago García de la Rasilla  que falleció a los 81 años de edad, 64 años en la Compañía, 51 años de ordenación sacerdotal y 12 años de su consagración episcopal. Que descanse en paz.

Monseñor Santiago García de la Rasilla nació el 18 de octubre de 1936 en Madrid. En el colegio de los jesuitas de Areneros en Madrid donde estudió primaria y secundaria, fue también donde conoció a la Compañía y tomó la decisión de ser jesuita. En 1953, finalizado el colegio, con 17 años de edad, ingresó en el Noviciado de la Provincia de Toledo en Aranjuez (Madrid). En esta misma casa hizo la etapa de Juniorado y realizó los estudios de Filosofía en Alcalá de Henares (Madrid) de 1958 a 1961.

Hizo su primer año de Magisterio en la Escuela Profesional de Alcalá de Henares como subdirector y profesor. Fue destinado a Perú para hacer otros dos años de Magisterio en el Colegio San Ignacio como tutor y profesor (1962-1964). Acabado el Magisterio, siguió sus estudios de Teología en la Facultad de Granada de 1964 a 1968. Se ordenó como sacerdote en Madrid en 1967. Culminó su formación haciendo la Tercera Probación en Huachipa en 1972 y pronunciando sus Últimos Votos en Piura en 1973.

De 1972 a 1976 regresa a Piura donde trabajó en el Colegio San Ignacio como espiritual y profesor. En esta etapa comienza también a colaborar en la Iglesia diocesana como asesor de “Cursillos de Cristiandad” y del “Movimiento Familiar Cristiano”. Este trabajo al interior de la Iglesia en movimientos de renovación marcó decisivamente su trayectoria como jesuita.

En 1977 recibió un nuevo destino a Tacna para ser párroco de la Parroquia San Pedro, La Vicaría, responsabilidad en la que permaneció durante 20 años. Siguiendo lo iniciado en Piura, también colaboró en los movimientos “Cursillos de Cristiandad” y “Encuentros Matrimoniales”. Durante los años que estuvo en Tacna fue una persona de confianza del Obispo, pues además de formar parte del Consejo Presbiteral y de Consultores de la Diócesis, fue coordinador del proyecto Renovación Diocesana.

En 1998 fue destinado a Lima para hacerse cargo de la Coordinación del área sur de Latinoamérica del movimiento “Por un Mundo Mejor”, viviendo en la comunidad San Francisco de Borja. En este tiempo también asume responsabilidades al interior de la Compañía, siendo Superior de la comunidad San Francisco de Borja y posteriormente de la Casa San Pedro (2004-2006). En 2006 es consagrado Obispo para sustituir a Monseñor Pedro Barreto y se hace cargo del Vicariato Apostólico San Francisco Javier. En estos años como Pastor de la iglesia del Vicariato trabajó con gran diligencia en el cuidado pastoral del Vicariato y en su renovación y organización. Durante este tiempo, le tocó vivir el conflicto del Baguazo. Trabajó antes, durante y después del conflicto para lograr justicia y reconciliación en una situación dramática. Una vez presentada su renuncia, en 2014 regresa a Lima a la comunidad de San Pedro, colaborando en la atención sacramental del templo y en el Movimiento “Por un Mundo Mejor”.

El artículo del Credo que dice “Creo en la Iglesia” es una frase que podría resumir con fidelidad la vida de Santiago. Su trayectoria lo revela como un hombre que trabajó con gran dedicación y perseverancia al interior de la Iglesia apoyando diversos movimientos de renovación, pero sobre todo ejerciendo con hondo sentido evangélico responsabilidades dentro de ella. Su amor a la Iglesia lo mostró en la entrega con que asumió estos servicios. Fue sabio acompañante en procesos de personas y grupos, capaz de generar notables vínculos de confianza en las personas y se caracterizó por la perseverancia en sus iniciativas.

Su salud se fue debilitando y pasó a vivir en la Enfermería de la Provincia en diciembre de 2017. Habiéndole diagnosticado cáncer avanzado, se preparó pacíficamente y en oración al encuentro con el Señor, tomando las disposiciones pertinentes. Hasta el último día recibió a sus exalumnos y amigos. La muerte del padre Carlos Riudavets en Yamakai-éntsa fue un duro golpe para él. En la mañana del día 13 de agosto, entregó su alma a Dios y partió en paz a la Casa del Padre.

Según su voluntad, sus restos fueron llevados a Jaén para ser sepultados en la Catedral, a los pies del altar de la Virgen Dolorosa, después de recibir el homenaje de los feligreses. De esta manera, como es tradición para los obispos eméritos, descansa en el lugar donde cumplió su misión como Pastor.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.

Se celebró la Misa Funeral en Jaén:
15 de agosto de 2018
Catedral de Jaén.