Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano Francisco de la Aldea López que falleció a los 78 años de edad, 60 años de vida en la Compañía, 47 de su ordenación sacerdotal y 43 años de haber hecho los Últimos Votos.

Que descanse en paz.

El P. Francisco de la Aldea López nació el 10 de febrero de 1940 en Madrid. Estudió electromecánica en ICAI (Madrid) y, al mismo tiempo, trabajaba como empleado en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo. Allí se vinculó a las Congregaciones Marianas dónde descubrió su vocación. En 1957, con 17 años de edad, ingresó en el Noviciado de la Provincia de Toledo en Aranjuez. En la misma casa hizo la etapa de Juniorado y estudió la Filosofía de 1962 a 1965 en Alcalá de Henares.

Llegó a Perú en 1965 para realizar la etapa de magisterio en el Colegio La Inmaculada como profesor y tutor. Acabado el magisterio en 1967, siguió sus estudios de Teología en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Se ordenó en Madrid en 1970 por la imposición de manos de Monseñor Casimiro Morcillo. Culminó su formación como jesuita haciendo la tercera probación en Lima en 1972 y pronunciando sus Últimos Votos en Arequipa en 1974.

Su vida apostólica ha sido un ejemplo de disponibilidad y versatilidad en la misión. Entre los ministerios que le apasionaron hay que destacar el educativo, el parroquial y, especialmente, los años que vivió en África como misionero. Respecto al primero de ellos, el educativo, trabajó en todos los colegios de la Provincia: magisterio en la Inmaculada, Colegio San José de Arequipa (1974-1978), Colegio Parroquial Nuestra Señora de Desamparados, Lima (1979-1980), Colegio Cristo Rey de Tacna (2005-2012) y, desde 2013, en el Colegio San Ignacio de Piura. De todos estos colegios fue director durante algún periodo, a excepción de la Inmaculada. Mientras trabajó en el colegio y estuvo en la dirección, nunca dejó de dar clases y colaborar en la pastoral.

En 1988, por la solicitud del entonces P. General Peter Hans Kolvenbach, fue destinado junto con otros dos jesuitas del Perú a la Provincia a África Occidental. Estuvo 11 años en dos países (Tchad y Camerún) y en tres misiones diferentes. En primer lugar, se desempeñó como profesor del Seminario Saint Luc de N´Djamena, después como párroco de Wallia, una zona urbano-marginal de la misma ciudad, y, finalmente, como ayudante del maestro de novicios en Camerún. Estos años marcaron de forma decisiva su vida y siempre mantuvo un profundo amor y vivo recuerdo de África.

A su regreso de Camerún en 1999, es destinado a Tacna, concretamente a la Parroquia San Pedro. En los cinco años que trabajó en la parroquia, mostró sus mejores cualidades como pastor y sacerdote cercano, gran acompañante espiritual y referencia para los jóvenes.

Además de los destinos mencionados, de 1979 a 1987 estuvo en Jaén como profesor del Seminario San Luis Gonzaga y colaborando en el ministerio de los Ejercicios Espirituales. Estando en esa ciudad, decidió ofrecerse para ir a África y allí recibió su destino. También fue superior de la Comunidad Cristo Rey de Tacna desde 2002 hasta 2013.

Su último destino apostólico fue el Colegio San Ignacio de Piura. Después de regresar de una visita que hizo a España en febrero de este año, se sintió mal y tuvo que ser trasladado a Lima para una revisión médica. En esta revisión, se le detectó un linfoma cerebral. El progresivo deterioro de su salud impidió que le aplicaran el tratamiento necesario y falleció en la Clínica Ricardo Palma el día 19.

Si hubiera que destacar una de sus virtudes sería su bondad. Paco era un hombre de gran integridad, celo pastoral, siempre apasionado con su sacerdocio y por las misiones que le fue encomendando la Compañía de Jesús. Estaba dotado de un fino sentido de humor que sabía aplicar sabiamente en la resolución de conflictos y que le hacía un gran compañero de comunidad. Le gustaba decir que él no optó por los pobres, sino que la Compañía hizo la opción por él al destinarle a África y desde entonces mantuvo el criterio del servicio a los pobres como fundamental en sus decisiones.

Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.

Su Misa de Funeral se realizó el 21 de abril en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Miraflores – Lima.