Vicario de Jaén y luego Arzobispo de Lima y Primado del Perú. Tercer Cardenal del Perú y expresidente de la Conferencia Episcopal Peruana. Pero también padre espiritual, amigo y consejero cercano de muchos escolares, y luego universitarios, que lo conocieron en el Colegio de La Inmaculada. Allí enseñó la solidez de una vida cristiana enraizada en una fuerte espiritualidad y en el servicio a los pobres. Una doctrina que el cardenal Vargas Alzamora llevaría luego al extremo, luchando por la democracia y el respeto de los Derechos Humanos durante los convulsionados años 90. Fallece en Lima el 4 de septiembre del año 2000, a los 77 años de edad.

Recordamos las palabras del escritor Mario Vargas Llosa:

“Aunque no soy católico, ni creyente, tengo buenos amigos católicos, y entre ellos, incluso, hasta algunos del Opus Dei. Tuve un gran respeto y admiración por el antiguo arzobispo de Lima, el cardenal Vargas Alzamora, que defendió los derechos humanos con gran coraje y serenidad en los tiempos de la dictadura, y que fue una verdadera guía espiritual para todos los peruanos, creyentes o no. Y lo tengo por monseñor Luis Bambarén, o por el padre Juan Julio Wicht, el jesuita que se negó a salir de la Embajada del Japón y prefirió compartir la suerte de los secuestrados del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, y por el padre Gustavo Gutiérrez, de cuyo talento intelectual disfruto cada vez que lo leo, pese a mi agnosticismo”. (El País, 8 diciembre 2002).