El 2 de abril del año 2009, falleció sorpresivamente en su comunidad de Fátima el P. Eduardo Bastos Noreña. “Eduardo fue un hombre de fe. Y de justicia. Si le vimos descuidado en otras cosas, en lo que nunca se descuidó fue en vincular el Evangelio y las Ciencias Sociales. Iba descifrando el complejo mundo de la economía, de la mano de la Doctrina Social, en las universidades de San Agustín de Arequipa (58-63), la PUCP (63-67), la Agraria (70 y 71), la Villarreal (73-82), la Facultad de Teología (88-99) y los últimos ocho años en el Instituto “Juan Landázuri” de la Orden Franciscana. En nuestras bibliotecas está la colección de 77 números de “Encuentro – Selecciones para Latinoamérica”, esa revista que componía y diagramaba con esmero para que tuviéramos a nuestro alcance lo que se piensa en otras latitudes. Bastos fue alguien que ya hace tiempo iba tendiendo puentes.

Constante e incansable en su misión, a sus 84 años (67 en la Compañía) seguía dando ejemplo de trabajo, día y noche, la semana y los fines de semana. Su última tarea, por ejemplo, era traducir una obra sobre Duns Scoto. Para él era una pasión aprender más y darlo a conocer. Sobre todo con el corazón; nos deja el recuerdo de alguien que compartía mucho, que se acercaba siempre y saludaba sonriendo, que confiaba y se empeñó en ser útil, hasta el final. En Villa el Salvador lo comprobaban por su bondad, por sus sencillos consejos, por haber hecho posible la cercanía de Dios entre ellos con solamente ir a visitarlos.

Ha sido un gran amigo. Bueno, generoso con lo suyo, sin buscar para sí más que el dar todo, animando a otros a estar en paz y a confiar. Creía en lo comunitario, defendió las cooperativas, acompañaba comunidades cristianas, exigía responsabilidad social,… sirvió a la Iglesia; sabía que Dios es comunión y nos llama a crear comunidad. Le vamos a extrañar mucho”.