Monseñor Antonio Hornedo falleció la madrugada del 10 de enero de 2006 en la EnfermerÍ­a de Fátima, en Miraflores (Lima). Obispo de Jaén y de Chachapoyas, hombre sencillo y jesuita ejemplar, sus restos descansan en un lugar especial de la BasÍ­lica Catedral de Chachapoyas.

Mons. Antonio Hornedo Correa nació el 23 de septiembre de 1915 en Comillas, Cantabria, España. Estudió en el Colegio de Areneros. De joven fue dedicado al deporte en la disciplina de gimnasia. Tuvo unos padres católicos que apoyaron su vocación sacerdotal.

Ingresó a la CompañÍ­a de Jesús el 27 de mayo del año 1933 en Bélgica. Estudió FilosofÍ­a en ChamartÍ­n, del año 1940 al 43. Después estudió TeologÍ­a en Irlanda donde sufrió un accidente, un gran incendio del que se salvó saltando de un edificio a otro. Se ordenó de sacerdote el 31 de Julio de 1949. Hizo su tercera Probación en Salamanca en el año 1951.

Su experiencia ministerial en una primera etapa de su vida estuvo marcada por el servicio a la formación de los jóvenes jesuitas. Fue ayudante del Maestro de Novicios dos años: 1951 y 1952. Luego fue Padre espiritual de los Filósofos en ChamartÍ­n del año 1953 al 1955. Luego Rector de Aranjuez, Noviciado y Juniorado de la Provincia de Toledo delaño 1955 al 1961.

La segunda etapa de su vida ministerial la realiza en el Perú. Es nombrado Superior de la Misión del Marañón y trabaja intensamente en la evangelización y organización de ella del año 1962 al 1968. El año 1963 fue nombrado Prefecto Apostólico de la Misión.

En 1968 lo nombran Administrador Apostólico de Chachapoyas, aunque continúa como Prefecto Apostólico en Jaén. Posteriormente asume el cargo de Vicario Apostólico de San Javier del Marañón en el año 1971, Y consagrado Obispo en Jaén el 15 de Agosto de 1971. Luego fue nombrado Obispo de Chachapoyas el 14 de Julio de 1977, cargo que desempeñó hasta 1991.

Ha sido el pastor fiel que ha ofrecido su vida en todo momento por sus ovejas. De él recordamos con especial cariño y agradecimiento su labor denodada a favor de la población con obras sociales como el asilo de ancianos, la construcción del colegio Seminario Jesús MarÍ­a, Radio Horizonte, comedores y dispensarios parroquiales. Todo ello pensando en la atención a los ancianos más necesitados, en la educación y formación de la juventud, en la alimentación y salud de los niños y en la evangelización a través de los medios de comunicación.

También instituyó el Preseminario como casa de acogida y formación de los aspirantes al sacerdocio, construyó varias casas parroquiales y, gracias a sus desvelos y gestiones, fueron varias las congregaciones de vida religiosa y sacerdotes los que vinieron de otros paÍ­ses y se establecieron en la diócesis con el propósito de que la comunidad católica estuviera debidamente atendida con la palabra de Dios y con la EucaristÍ­a, asÍ­ como laicos comprometidos con la misión de la Iglesia principalmente en trabajos de promoción y desarrollo de los pueblos. Visitó aún las localidades más alejadas de la diócesis a pesar de los difÍ­ciles caminos de acceso.

La población en general lo recuerda como un obispo cercano, de trato afable, y siempre sensible a las necesidades de las personas.

De Chachapoyas pasó a la Comunidad Jesuita de San Pedro, donde dedicó la mayor parte del dÍ­a a escuchar confesiones. Pasó sus últimos años en la Comunidad de Fátima, en Miraflores.